lunes, 27 de julio de 2009

Llanto a 29 d{ias de resistencia

Una voz en off replica en cadena nacional; comunicado: se hace saber a la población en general que por disposición de la presidencia de la república se ha resuelto extender el toque de queda de 6:00 a.m. a 6:00p.m. en las zonas de El Paraíso, El espino y Yuguare. La comida se me devuelve en el estomago mientras escucho la misma voz que dice: esta disposición se hace con el afán de resguardar la seguridad de las personas y sus bienes, esperamos su comprensión. Una lágrima se escapa lentamente de mi ojo derecho; levanto mi cara para ver si el suero que nutre mi cuerpo se acabará pronto. Mi cuerpo se estremece en una serie de calambres que parecen originarse en la indignación y conducirse por los caminos de la impotencia y de pronto, otra lágrima y otra y otra y otra. Mi cuerpo parece cerrarse al suero, a la comida, al agua… a todo. Hay toque de queda en esas zonas desde el viernes a las 12:00 del medio día, la gente está presa, los militares los tienen rodeados, hay un muerto que tenía todos los dedos de las manos quebrados y 44 puñaladas en el cuerpo, hay cientos de detenidos, mujeres violadas y desnudadas en la selva, ya no hay comida ni agua y tienen que dormir en la intemperie. Muchas recolectas se organizaron para llevar medicamentos como insulina, comida y agua pero los carros son detenidos en los primeros 6 de 24 retenes. ¿Cómo comer, beber o dormir sabiendo lo que está pasando? Mi cabeza piensa muchas cosas pero mi corazón duele al pensar que les están matando poco a poco, que están en una jaula de militares entre bultos de tierra y trampas envueltas en montañas llenas de encapuchados. Paca, pienso en tu cara cuando describías ese camino: el olor de los pinos, el verde de esas montañas, el blanco y terracota de las casas, tu fascinación por entender por qué cuando pienso en bosque pienso en pinos y las pienso ahora; manchadas de sangre, de dolor, de desesperación mientras la gente que se viste de blanco dice “defender la paz, la democracia” y el derecho a consumir en un mundo que ha disfrazado la explotación de intercambio. Tengo tantas ganas de salir corriendo que me duelen las piernas, quiero ir y gritar como una golillera cualquiera hasta desgalillarme, quiero ir a cambiar cada fusil por un azadón, una escoba o una semilla, quiero que cada lagrima que sale de estos ojos sirva para limpiar el dolor y la desesperanza, pero sobre todo, quiero hacer algo para calentar cada cuerpo que duerme en la calle en esta noche tan fría.

Es la primera vez que estoy llorando desde el golpe de estado a pesar de haber tenido fusiles en mi pecho, gases en mis ojos y miedo en todo este cuerpo que representa mi existencia porque a las 12 de la noche -con el toque de queda impuesto por este régimen golpista- escribir y llorar es lo único que puedo hacer. De pronto se enciende una luz y recuerdo...

PORQUE TODAS SOMOS HONDURAS, ESTAMOS EN RESISTENCIA

Daysi Flores


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